CABALLEROS ALADOS
(Explicación confusa para mi propia Dulcinea)

Tanta gente se cuestiona
cómo es que nos apasiona
... arriesgarnos despegando,
que quisiera explicarte
qué es volar, al recitarte
este breve memorando.

Comenzamos concentrados
y aunque afables, preparados.
Preferimos que no hables.
Sorbemos la adrenalina,
compañera clandestina
que nos vuelve invulnerables.

Previendo las condiciones,
desbordando en pulsaciones,
enfrentarnos al destino.
Y recorremos la rampa,
hasta aliviarnos la estampa
reflejada en el camino...

Mientras las alas sostienen,
sintiendo que contravienen
la Ley de la gravedad,
ser halcones majestuosos
contemplando al fin airosos
el paisaje o la ciudad...

Encontrar las ascendentes,
sentirnos adolescentes
que acuden para una cita...
Girar dentro, ya inclinados,
y volvernos aniñados
gozando en la calesita....

Y ser adultos capaces,
eficientes y audaces
en estas navegaciones.
Lograr el autodominio
y entre telas y aluminio
borrar las preocupaciones.

Los cascos, yelmo acerado
de guerreros del pasado.
De escudo el paracaídas
y el arnés como armadura.
¿O evitar las aventuras
por el riesgo de una herida?

Aunque ninguno se olvida
que está arriesgando la vida;
que en las míticas canciones
que se lee en Literatura,
pagaron por su aventura
ícaros y Faetones,

eso no nos amedrenta
porque a la vez nos alienta
poder reírnos triunfales
sabiendo que poseemos
los sentimientos extremos
de príncipes medievales.

Por eso nos preparamos
y despacio aparejamos
nuestro fiel corcel inerte.
Ningún cuidado es exceso
cuando soportas el peso
de coquetear con la muerte.

Luego pájaros, cometas,
y románticos atletas
del alma y la valentía...
Recitando como credo
el poder vencer el miedo
y trocarlo en poesía.

Y calando nuestros cascos
desafiamos los chubascos
siendo el valor nuestra dote.
Para buscar la pelea
invocando a Dulcinea...
¿Qué impulsaba a Don Quijote?

Sabemos que hay accidentes.
Hay amigos ausentes
simples errores humanos .
Y es por eso que sabemos.
que a cada paso tenemos
el destino en nuestras manos.

La vida siempre es dilema
no solo en este poema,
ni solamente volando.
Al hablar a una doncella
y bajarle las estrellas
también te estás arriesgando.

Si no coincides, no insistas:
No te atraen las conquistas,
las espadas ni las flechas,
pero trata de entender
cómo tienta Lucifer
nuestra alma insatisfecha.
Marcos A. Rougès