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¿Por
qué no podemos mejorar en esto de la seguridad? |
Si
yo le pidiese que caracterizara el punto de vista que tiene el “público
no informado” acerca del aladeltismo, ¿Qué diría usted? Usted podría decir
que ellos piensan que el aladeltismo es un deporte acabado, o al menos,
una “actividad insegura y sin razón”.
Usted
podría decir que los pilotos son “buscadores de emociones” quienes temerariamente
ignoran los riesgos involucrados en lo que hacen. Usted podría decir que
tienen la errónea impresión de que las alas son frágiles, artificios librados
a los caprichos del viento, controlados por su ocupante parcial o inadecuadamente.
¿Si
estuviera frente a una persona que tiene esta actitud, que respondería?
Usted diría que hasta hace un tiempo, en los primeros años del deporte,
era verdad que las alas eran inseguras, y que los pilotos se comportaban
de una manera insegura. Diría que en estos años, sin embargo, la calidad
de los equipos, y el nivel de maduración de los pilotos ha mejorado inconmensurablemente.
Podría señalar la fina aerodinámica de las alas actuales, los rigurosos
programas de certificación para las alas, instructores y pilotos, y podría
dar ejemplos de las respetables ocupaciones de muchos pilotos: médicos,
abogados, programadores, etc.. Usted podría afirmar que el aladeltismo
de hoy es una de las formas más seguras de aviación, y que no hay mas
riesgo que en otros deportes llamados “de riesgo”.Mas tarde, podría reirse
de la ignorante actitud del “Woofo”. O podría preguntar, ¿Por qué es que
al cabo de todos estos años el público aún no comprende?, ¿Por qué no
podemos educarlos acerca de cuan seguro y razonable es el aladeltismo
en realidad?
Ahora
déjeme hacer otra pregunta: ¿Que pasaría si ellos tuvieran razón? ¿Qué
pasaría si ellos estuvieran acertados y nosotros errados? ¿ Y si yo pudiera
probárselo?
Veamos.
Primero de todo, tiene que admitir que año tras año seguimos matándonos
a un a ritmo decreciente. Cualquiera que haya estado en este deporte por
un tiempo ha perdido al menos un amigo o un conocido debido a un accidente
fatal. Muchos de nosotros, quienes hemos estado por mas de 20 años en
esto hemos perdido mucho de lo que nos preocupaba. Es verdad que hemos
logrado alguna mejora en los últimos 25 años. Entre 1974 Y 1979 teníamos
un promedio de 31 muertes por año. Desde 1982 promediamos 10 por año.
En los últimos 6 u 8 años bajamos ese promedio a 6 o 7 por año. Por otro
lado ¿Qué ha sucedido con el denominador de esa ecuación? En 1978 había
en U.S.A. 16 fabricantes suficientemente capacitados para mandar una delegación
a la competición de fabricantes en Telluride. Hoy no tenemos esa competencia.
Mi hipótesis es que el promedio de fatalidades no ha cambiado mucho y
casi no ha mejorado en los últimos 10 años. Supongo que es de 1de cada
1000 por año, lo mismo que hace 10 años.
La
pregunta es, ¿Por qué?. El equipamiento es mejor y mas tecnológico cada
año, sabemos mas acerca de capacitación que nunca antes, tenemos paracaídas,
cohetes para desplegarlos, cascos enterizos de kevlar, ruedas y radios
FM para rescates de emergencia. Nosotros somos todos 20 años más viejos
y considerablemente más prudentes y conservadores ¿Cómo no hemos logrado
ser mas seguros?
Yo
me hice esta pregunta y otras similares desde que tengo recuerdo. Tres
años atrás tuve un accidente, y pensando en esto llegue a ver algo así
como una luz en relación con esta pregunta. Lo compartiré con usted.
Esta
es la historia. (Si no le gusta leer historias en las que se siente reflejado
o reportes de accidentes de otros, saltee esta parte, no me ofendo) Estabamos
afuera haciendo un test de producción en Marshall Peak, San Bernardino,
California. Para aquellos que no han volado allí, Marshall es una loma
redondeada en el medio de una cadena montañosa de 660 mts. de alto al
pie de la frontera norte de la costa este de la cuenca de Los Angeles.
Es un sitio muy seguro y muy confiable para volar. Volable probablemente
300 días por año y térmico en la mayoría de esos días.
Era
Julio, en el mediodía, pero las condiciones no eran particularmente fuertes.
Estabamos aterrizando en el despegue, lo cual hacemos siempre que las
condiciones no sean muy fuertes, porque es una situación que le exige
mucho al piloto. Yo volaba una Spectrum 165 preparaba mi aproximación.
Tengo registrados unos 100 top-landing por año en los últimos 15 años
en Marshall. Aun así, estaba atento. Lo se porque tengo muy claro qué
estaba pensando cuando hacia mi aproximación. Dos semanas después yo iría
de vacaciones con mi familia durante unos días al exterior y por eso pensaba:
“mejor no te lastimes antes del viaje o tu esposa te mata”. Al mismo tiempo
no estaba ansioso ni preocupado. Volaba una Spectrum y las condiciones
eran solo moderadas. Yo hice aterrizajes satisfactorios en alas más difíciles
y en condiciones más severas. No tuve incidentes en ningún aterrizaje
de todos los que recuerdo. Estaba relajado, concentrado. Mi intento solo
fue volar una perfecta aproximación. Un intento como este siempre es una
buena idea cuando se realiza un top-landing en Marshall; este aterrizaje
es un desafío, y una aproximación descuidada puede ponerlo rápidamente
en problemas. Sabia exactamente donde quería estar en cada punto de la
aproximación: posición, dirección, altitud, y velocidad. Ejecuté la aproximación
exactamente como quería.
En
Marshall se aterriza con viento cruzado a 45° planeando hacia arriba en
el lado de atrás de la montaña. Puede ser una situación de peligro porque
el gradiente puede ser extremo, y a menudo hay cierto grado de turbulencia.
El intervalo de tiempo desde la zambullida a 40 mph, a través del round-out,
hasta el flare es corto. Estaba en la mitad de este intervalo ya pasado
del punto donde normalmente uno encuentra turbulencia, cuando repentinamente
mi semiala izquierda y la nariz del ala cayeron con violencia. Inmediatamente
corregí y logre nivelar en roll y en pitch cuando la barra golpeó el terreno.
Habiendo girado 90°, viajaba con
viento casi de cola probablemente a una velocidad de 30 mph. El lateral
derecho colapso inmediatamente, y el costado derecho de mi cara y de mi
cuerpo golpearon fuertemente el terreno.
Muy
resumidamente yo pensé que podría morir. Por un corto tiempo pensé en
parálisis. Al minuto sabía que estaba casi bien. Al final me fui con un
tobillo torcido y con un moderado caso de conmoción. Tuve tres semanas
para pensar en el accidente mientras recorría los salvajes caminos de
Africa del este tratando en vano de tener mi cabeza balanceada sobre la
columna para aliviar el dolor.
La
cosa fue que, nunca considere en el momento del aterrizaje, que estaba
incrementando el riesgo. Tengo una docena de aterrizajes en Marshall,
durante los cuales me sentí de esa manera. Durante los dos veranos previos
aterrice con Ram Air en la cima, en el mediodía con condiciones más fuertes.
Nunca tuve un incidente. Pensando en ello, no podría recordar la última
vez que rompí un lateral. Traté en vano en pensar en algo que no hubiera
tenido en cuenta y que pudiera hacer de este, un lugar de aterrizaje peligroso.
Finalmente,
me quedé con una conclusión Esto
que me sucedió no fue ni más ni menos, el resultado potencial de los aterrizajes
que había hecho previamente en circunstancias aun más peligrosas. Era
un aterrizaje peligroso debido a lo que podría haber sucedido y efectivamente
sucedió. El corolario, por supuesto, es que todos aquellos otros aterrizajes
que había hecho(en alas mas difíciles y en condiciones mas severas) habían
sido también peligrosos. En realidad habían sido más peligrosos. Y habían
sido más peligrosos a pesar de que nada había ocurrido.
Y
de repente sentí que estaba comenzando a entender algo que previamente
no comprendía.
Vea,
yo creo que la cosa es así...
El
determinante más importante en la seguridad de un piloto es la calidad
de su proceso de decisión. Nivel de habilidad, experiencia, calidad del
equipamiento, son todas cosas NO determinantes. Lo que esas cosas hacen,
es determinar los limites superiores de un piloto. Mas habilidad le da
a usted un límite mas alto así como la experiencia o un mejor equipo.
Pero la seguridad no es función de cuan alto están sus limites sino de
cómo usted permanece dentro de esos limites. Y eso está definido por una
cosa: la calidad del proceso de decisión.
¿Cuan
buenas esas decisiones deben ser? Deben ser casi perfectas. Consideremos
el tipo de decisiones que usted debe tomar cuando vuela. ¿Vuelo hoy? ¿Comienzo
mi carrera de despegue, ahora? ¿En este ciclo? ¿Tengo lugar para girar
contra la montaña en esta térmica? ¿Puedo seguir girando esta térmica
y quedarme a sotavento de la montaña cuando sé que en altura el viento
se incrementa empobreciendo mi relación de planeo para cuando quiera regresar?
Cada vez que nos enfrentamos a este tipo de preguntas existe un cierto
nivel de incertidumbre acerca de cómo se desarrollará la situación. Si
toma la decisión de ejecutar cuando tiene 99% de seguridad usted puede
hacerlo. Se equivocará en una de cada 100 decisiones. Al 99,9% se equivocara
1 de cada 1000 decisiones. Probablemente se tomen unas 50 decisiones por
hora de vuelo, entonces la decisión 1000 se dará después de 20 horas de
vuelo, o aprox. una o dos veces al año para el piloto promedio.
Entonces,
para ser seguros debemos operar con un 99,9% de certeza. Dado que en realidad
es prácticamente imposible distinguir 99.9% de 100%, en realidad, para
todos los intentos y propósitos debemos tener 100% de certeza para ser
pilotos seguros.
Y
ahora creo que podemos empezar a entender el problema. Primero consideremos
lo siguiente: todos nosotros tenemos un fuerte incentivo para tomar la
decisión de “ejecutar”. La decisión de “ejecutar” quiere decir: despego
ahora para aliviar mi impaciencia por estar en el aire y evitar el fastidio
de los pilotos que están detrás mío esperando en lugar de esperar el próximo
ciclo porque el viento esta un poco cruzado y el ala no se siente bien
balanceada. Significa giro contra la montaña en esta térmica y trepo por
encima del despegue en lugar de tomar la elección conservativa y arriesgando
hundirse por debajo de la cima y probablemente tener que ir al aterrizaje.
Significa que elijo volar hoy ,aún considerando que las condiciones están
mas allá de mi experiencia previa ,en lugar de enfrentarme a las historias
de “allí estuve yo” de mis amigos en el aterrizaje al final del día, sabiendo
que yo podría haber volado pero no lo hice y que ellos si lo hicieron
y fueron recompensados con vuelos térmicos y maravillosos.
Entonces
el incentivo esta allí y nos invita al “ejecutar”, al “atreverse”. Lo
único que tenemos que se opone a este incentivo es un saludable respeto
por los posibles peligros de errores, de fallas y nuestra habilidad para
evaluar nuestra perspectiva de éxito. Y aquí es donde nos encontramos
con la trampa matemática. Digamos que estoy tomando mis decisiones con
un 99% de certeza, de la misma manera que lo hacen mis amigos. De cada
100 decisiones, 99 no resultan tener consecuencias negativas. Inclusive
si esas son malas decisiones, nada malo pasa. Del momento que nada malo
ocurre pienso que son buenas decisiones. Y esto se aplica no solo a mis
decisiones sino también a aquellas de mis amigos que yo observo. Deben
ser buenas decisiones..., si todo sale bien ¿o no? Lo que sigue naturalmente
es que yo bajo un poco el umbral de las decisiones. Ahora tomo decisiones
con un 98% de certeza, y aun así todo sale bien. En la medida en que esto
perdura soy más proclive a tomar malas decisiones.
Con
el tiempo, las estadísticas me encuentran y mi umbral decreciente colisiona
con el creciente número de oportunidades que yo he creado a través de
las malas decisiones. Algo malo pasa. Tengo un accidente en un despegue
o en un aterrizaje, o no puedo volver a barlovento de la montaña cuando
dejo la térmica muy tarde y a sotavento, o golpeo contra la montaña cuando
giro con viento de cola en la térmica. Si tengo suerte, son $50 de un
lateral o $200 de un borde de ataque. Si no tengo suerte, estoy muerto.
Si
acordamos que la única manera de volar seguros es tomar decisiones con
un nivel de certeza del 100%, se vuelve interesante considerar, como una
consecuencia, de que manera luciría el deporte si todos voláramos así.
Los pilotos eligirian volar en condiciones suaves y seguras. Operarían
mas confortablemente dentro de las limitaciones que le dan la experiencia
y las habilidades que ellos tienen. Eligirian volar alas más fáciles,
dóciles y estables. Los aterrizajes serian controlados y agradables. Los
fabricantes venderían dos laterales y una quilla por cada ala que construyen
(aquellas que vienen con el ala) en lugar de dos o tres reemplazos, como
hacen ahora. Habría menos, muchos menos accidentes (ahora se reportan
unos 200 por año en la USHGA). No habría fatalidades excepto una cada
dos años si un piloto muere de un ataque al corazón mientras vuela (sucedió
una vez, al menos que yo recuerde). Del momento que el aladeltismo no
luce de esta manera podríamos concluir que, como se practica actualmente
es una “actividad sin razón e insegura” practicada por gente que carece
de un apropiado y razonable cuidado de su seguridad personal. En otras
palabras, podríamos concluir que el “publico no informado” tiene razón
cuando opina acerca de nuestro deporte.
Si
no le gusta esta conclusión estoy seguro de que las que vienen tampoco.
Pero déjeme hacerle primero esta pregunta: si quisiéramos localizar este
problema de las malas decisiones porque parecen como si fueran buenas,
¿cómo lo haríamos? La respuesta es, deberíamos volvernos mas críticos
y analíticos acerca de todas nuestras decisiones antes y después de los
hechos. Necesitamos encontrar un mecanismo para identificar malas decisiones
que no tuvieron consecuencias.
Tomemos
un ejemplo. Usted esta en una térmica en un día ventoso. Las térmicas
se ponen débiles a medida que usted sube, y el viento se incrementa. Debe
estar seguro de que siempre debe poder volver a barlovento de la montaña
después de derivar con la térmica. Toma la decisión de que siempre deberá
ser capaz de regresar al frente de la montaña con una altura sobre el
filo de 240 mts.. Monitorea su deriva, y el ángulo de planeo para el regreso
al filo, y deja la térmica cuando piensa que es el momento adecuado para
poder volver. Si vuelve con 300 mts. sobre el filo, fue una buena decisión.
Si vuelve con 120 mts. , tomo una mala decisión. La mala decisión no tuvo
ningún costo, porque usted dejó un buen margen, pero es importante que
la reconozca como una mala decisión. Sin hacer el análisis del antes y
el después (el haber colocado el límite de 240 mts. y el resultado de
haber regresado al filo con 120 mts.) usted nunca estaría advertido de
la existencia de una mala decisión o de la necesidad de mejorar su proceso
de decisión.
Esta
era una de las ideas más importantes en el programa que tenía la USHGA:
“premio al piloto seguro”. La idea no sería decir que si usted nunca aterriza
lo suficientemente fuerte como para necesitar atención médica, usted es
un piloto seguro. La idea sería tener pilotos pensando en la calidad de
sus decisiones. No solo, “¿me lastimé en ese vuelo?” Si no “¿podría haberme
lastimado?”. Durante los dos primeros años del programa “premio al piloto
seguro” recibí llamados y cartas de pilotos quienes me contaban de accidentes
que ellos habían tenido y preguntaban cuál era mi opinión y si era causa
como para reanudar la cuenta de vuelos seguros consecutivos. Yo les daba
mi opinión pero siempre señalaba que en definitiva no importaba. Lo importante
era que ellos estaban pensando conscientemente acerca de cuan peligroso
en realidad había sido el accidente o sea cual era, en ese momento, la
calidad del proceso de decisión.
Mirando
hoy hacia atrás, diría que el criterio de “vuelo seguro” (un vuelo que
no involucra una lesión que requiera de atención medica) era poco severo.
Hoy, un vuelo seguro no debiera ser considerado como tal si, por ejemplo,
usted rompiese un lateral. Unos años atrás (digamos 10 o 12 when you get
to be my age it’s hard to tell) teníamos una controversia acerca de las
“barras peligrosas”.
La
idea era que los fabricantes estaban haciendo barras de control peligrosas,
porque cuando los pilotos pequeños con huesos pequeños tenían un crash
sus huesos se rompían antes de que se rompieran los laterales. Hoy las
quejas que se escuchan son del otro lado, los pilotos quisieran tener
laterales más robustos aún si esto provocara que sus huesos se rompiesen
antes que lo hiciera el lateral, porque están cansados de gastar $65 en
un lateral, lo cual ellos hacen con cierta regularidad. Yo tengo una sugerencia
para estos dos problemas. ¿Por qué no paramos de tener “crashes”?
Por
supuesto que se porqué. La primera razón es que ni siquiera lo reconocemos
como un crash. Continuamente escucho a pilotos decir que rompieron un
lateral en “un aterrizaje”. (Incluso escucho pilotos decir, sin inmutarse
lo juro, que ellos rompieron un borde de ataque o una quilla en “un aterrizaje”.
La segunda razón es que consideramos imposible volar sin romper un lateral
cada tanto. Me refiero a que, después de todo, a veces cuando nos vamos
al aterrizaje el viento cambia, o aquella térmica se desprende, o usted
esta tratando de meter el ala en ese pequeño campo y entonces no puede
optimizar el flare con el ala desnivelada apoyando el borde de ataque
pivotando sobre él y poniéndose con viento de cola, clavando la nariz
y.. WHAAAAAACK!!!! rompiendo un lateral.
Regularmente
vemos a nuestros pilotos amigos romper laterales, lo cual refuerza nuestra
percepción de que esto es “normal”. Me voy a meter en problemas ahora.
Creo que si usted rompió mas de un lateral en los últimos 5 años de vuelo,
esta haciendo algo fundamental y seriamente mal. Puede que este volando
un ala que esta mas allá de sus habilidades o este volando en condiciones
un poco severas, o en un lugar un poco difícil.
Ahora
déjeme hacerle otra pregunta. Si los pilotos dejaran de matarse, y si
en los lugares de vuelo dejara de resonar el grito de WHAAAACK cada dos
o tres aterrizajes (en otras palabras, si el aladeltismo empezara a lucir
como una actividad divertida en lugar de algo terrorífico y mortífero),
usted, ¿piensa que la percepción del público acerca del deporte podría
cambiar? (¿No piensa que muchos
de ellos querrían hacerlo?. En realidad no, probablemente aun no querrían.
Pero ¿no cree que tal vez ellos dejaran de pensar que estamos locos por
hacerlo?
Tal
vez si. Y tal vez ellos tendrían razón.
Mike
Meier
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